miércoles, enero 10, 2007

La Agricultura en la Edad Moderna

La agricultura es el sector económico más importante en el Antiguo Régimen. Era la actividad que daba ocupación a la abrumadora mayoría de la población (entre un 70 y un 95%) y cuyos productos movían gran parte del sector secundario y del comercio, además de producir el ahorro y la acumulación de capital necesarios para cualquier actividad y fundamental para cualquier cambio económico [ver la teoría de la acumulación primitiva de Marx].

La evolución de la producción agrícola influía en todo el proceso económico y estaba íntimamente ligada a los ciclos económicos y demográficos. Como señala este texto, el desarrollo de las industrias secundarias y terciarias están íntimamente ligadas a la producción agrícolas y los precios de la misma.



Asimismo, la fiscalidad recaía, en última instancia, en la agricultura y los agricultores: en definitiva - como señala Campomanes – en “el pueblo, sobre cuyos hombros descansa todo el peso del Estado”. [(1774), Discurso sobre el fomento de la industria popular, Introducción]. La parte más significativa de los ingresos del Estado, la Iglesia (a través de diezmos [usado como una de las principales fuentes para medir la producción agrícola] y rentas de grandes propiedades) y la nobleza dependían de los impuestos agrícolas, con lo cual los altibajos de la producción agrícola determinaban en gran medida la bonanza o crisis financiera de muy amplios sectores de un país y del Estado.

Aunque, hubo cambios muy importantes – como la incorporación de la agricultura al mercado monetario y a circuitos económicos más extensos, con la comercialización, el acceso al crédito, la compra-venta y la enajenación/privatización de las tierras, así como algunas innovaciones y nuevos cultivos en el XVIII – la agricultura permanecía asfixiantemente estática, arcaica y anclada en la ineficacia. La agricultura estaba condicionada por los bajísimos rendimientos (4,5 x 1 como media), el bajo nivel técnico, la escasa capacidad de abonado, el mal estado de las comunicaciones, los rendimientos decrecientes y la pérdida de productividad por el agotamiento y erosión de la tierra y por el empleo de sistemas de rotación (año y ves y tres hojas) ineficaces, así como por el uso de utillajes (de madera) y sistemas de tracción inadecuados, a lo que hay que sumar condicionantes metales y culturales que determinaban el rechazo a nuevas tecnologías y nuevos cultivos (como la patata y el nabo). Otro elemento que hay que mencionar para describir este círculo vicioso era el predominio absoluto de la agricultura sobre la ganadería – necesaria para el abonado y para proporcionar una dieta más completa, pero muy exigente en tierras – y los cereales sobre los demás cultivos – también necesario para enriquecer la dieta y para alternar cultivos para prevenir el agotamiento de las tierras –, movido por factores objetivos (su mayor rentabilidad calórica mezclado con la demanda creciente de alimentos) y subjetivos (su carácter de principal fuente de subsistencia motivó una obsesión que llevó a extenderlo a todas las tierras posibles por temor a la escasez).

Estas graves limitaciones fueron sólo resueltas en casos aislados, básicamente Inglaterra y los Países Bajos a partir de mediados del XVI. Estos países vivieron cambios estructurales profundos y graduales que en conjunto les permitieron modernizar su agricultura y su economía. Su producción agrícola estaba decididamente vinculada al mercado y su modernización fue paralela al desarrollo urbano, que a la vez ofrecía un estímulo económico creciente.

En los Países Bajos del norte existía un régimen de tenencia de tierra que permitía una mayor distribución y unas iniciativas colectivas que permitían rescatar y aprovechar nuevas tierras al mar (
pólders, molinos… [ver imagen]), mientras que en Inglaterra se desarrolló un proceso tendiente a la privatización y acumulación de tierras (enclosures). En ambos países se dieron importantes innovaciones técnicas y se introdujeron nuevos cultivos (maíz, patata…), útiles de labranza, métodos de abonado y sistemas de rotación (sin barbecho), lo cual permitió aumentar el rendimiento hasta un 11 x 1 (en Inglaterra se importaron las innovaciones holandesas que databan de la baja Edad Media). También se dio un mayor equilibrio entre agricultura y ganadería, con frecuencia estabulada en los Países Bajos.

En el caso de los Países Bajos el control que ejercían sobre el comercio del grano polaco permitió reducir su dependencia directa del cultivo cerealístico, pudiendo destinar más tierras a la agricultura y ganadería comercial.

Ambas zonas, por medio de formas algo distintas, consiguieron un paulatino cambio estructural – ayudado, quizás, por una alta capitalización, mayor desarrollo técnico, su modelo político, su régimen de propiedad y una mentalidad más abierta a los cambios – que les permitió transformar su agricultura.

En definitiva, la importancia de la agricultura en el Antiguo Régimen es simplemente absoluta, invadiendo todos los ámbitos tanto objetivos como subjetivos. Es el centro del proceso económico moderno (no es descabellado considerar – como lo hicieron muchos de los coetáneos – a la economía y los demás sectores económicos como apéndices parasitarios de la tierra y sus frutos). Cabe preguntarse que tan justificada esta la imagen tan negativa que tenemos de la agricultura en la edad moderna.

Hay que reconocer una importantísima hazaña de la agricultura moderna – poco espectacular en su funcionamiento y en sus cambios si se le compara con los circuitos comerciales que conectaban los rincones más remotos del globo, y la fe en las máquinas, germen de la Revolución Industrial - realizada tras bastidores y desde el anonimato que los labradores europeos: alimentar bocas, en una época de crecimiento poblacional y desarrollo urbano.

Hay que mencionar el capítulo dedicado a la agricultura de La Era de las Manufacturas de Maxine Berg, en el cual, y siguiendo la línea de lo anterior, ella habla de la enorme contribución agrícola a la industria en el siglo XVIII durante el take-off industrial inglés. El aumento poblacional y el crecimiento de las grandes urbes fueron paralelos a un incremento de la producción agrícola. Ya fuese mediante producción autóctona o importada (como en el caso de las importaciones de grano siciliano y polaco), la agricultura moderna – en general – se mostró capaz sostener el edificio de la naciente contemporaneidad.


Población inglesa 1540-1830. fuente: pág web (p. 65)
.
Hay que recordar que Inglaterra y los Países Bajos no eran las únicas zonas urbanizadas de Europa.

En: Gual, Valentí (2000).: "Régimen demográfico y vida familiar"; En: Molas, Bada, Escartín, et al.: Manual de Historia Moderna; Ariel; Barcelona (e. o. 1993), p. 59.



Una vez alimentadas las bocas, hay que señalar el aumento constante de la producción de materias primas para la industria - los ejemplos más fáciles son los cultivos comerciales para una industria de transformación alimenticia (como la vid o el olivo) y las fibras para la industria textil (cáñamo, lino, esparto, algodón...) -.

En nuestro trabajo sobre la organización industrial nos ha llamado la atención una realidad de la industria que era paralela a la que se daba en la agricultura: la enorme dificultad para la innovación. No se trata de que se ignorase las innovaciones técnicas de la época, sino que éstas requerían una muy pequeña capacidad de inversión que era inexistente en microeconomías de subsistencia. Por otro lado hay que tener en cuenta que la sobreabundancia de mano de obra en Europa desincentivaba aumentar otros factores de producción ya que se podía aumentar la producción aumentando la cantidad de mano de obra (con la problemática de los rendimientos decrecientes). En el tercer mundo podemos ver todavía hoy muchas zonas atrapadas en estos círculos viciosos.

En el caso concreto de la agricultura es fundamental – entre otras cosas – considerar las relaciones institucionales y el régimen de tenencia de tierra, que condicionaban las posibilidades de innovación, para explicar las diferencias entre distintas zonas en Europa. [Hay un capitulo dedicado a los cambios institucionales en: Overton, Mark (1996).: Agricultural Revolution in England: the transformation of the agrarian economy, 1500-1850; Cambridge University Press. Disponible
online
]

Sobre este tema hay muy abundante bibliografía, algunos artículos fácilmente accesibles son:

De Vries, Jan & Van Der Woude, Ad (1997).: The First Modern Economy: Success, Failure, and Perseverance of the Dutch Economy, 1500-1815; Cambridge UniversityPress. [disponible
online]

Allen, Robert C.: Campos, explotaciones y sistemas de innovación en la agricultura preindustrial inglesa. [En:
pág web]

Sebastián Amarilla, José Antonio.: El legado del Antiguo Régimen en la agricultura española (1780-1840). [En: pág web]

Un texto breve de Sender, Ramón J. sobre la Reforma Agraria en España (en la edad moderna y la II República. [En:
pág web]

Un articulo de Bernardo Sanz sobre La ganadería española durante la edad moderna. [En: pág web]

En Antehistoria [
http://www.artehistoria.com] también hay varias entradas sobre agricultura en el Edad Moderna.