sábado, octubre 28, 2006

El Pensamiento Económico en los Siglos Modernos



La Herencia Medieval

Las teorías económicas en uso durante la Edad Moderna – sobre todo durante los siglos XVI y XVII – son incomprensibles si no se toma en cuenta en cristianismo.

El cristianismo bebe de dos fuentes previas fundamentales:

1) El Derecho Romano, y 2) La Tradición Judía


1) El Derecho Romano

Los vestigios de la herencia romana se mantienen vigentes durante la Edad Media. En el siglo X se produjo en Italia el redescubrimiento del
Derecho Romano del Corpus Iuris Civilis (Derecho Romano Justinianeo), que se encontraba en unos libros que el emperador de oriente Justiniano había mandado a realizar en el siglo VI. En los siglos siguientes fue creciendo la importancia del Derecho Romano a medida que se extendía y se profundizaba en su estudio, aportando conceptos legales tan importantes como la propiedad privada.

Hacia finales de la Edad Media es cuando adquiere su mayor importancia en el contexto de surgimiento de las monarquías autoritarias. La importancia del Derecho Romano y de la herencia clásica es fundamental para entender la teoría política de las monarquías modernas durante los siglos XVI y XVII, ya que aportan el corpus teórico que guía a estas monarquías.

En este contexto tienen un peso capital conceptos como el de Pater Familias: el patriarca familiar con derechos y deberes con su domus. El concepto se origina en Aristóteles, pasando luego al Derecho Romano para ser recuperado en el medioevo para incorporarse al pensamiento político en los siglos XVI y XVII al trasponer la imagen del
Pater Familias al rey con respecto a sus súbditos. Se trata de una noción de la política que confunde las esferas privadas y públicas.



2) La herencia Judía

La tradición judía es depurada por el cristianismo durante la Edad Media para crear un marco ideológico judeocristiano que se incorpora a la sociedad y al marco económico, y que va evolucionando al compás de los cambios sociales y económicos.

Una de las aportaciones de esta influencia es el conecto de beneficencia, reinterpretada por el cristianismo a partir de sus orígenes judaicos.

A fines del siglo XVI y durante el XVII las transformaciones económicas y el crecimiento económico general altera la realidad cotidiana de los europeos y van creando claras diferenciaciones entre ricos y pobres.

En un mundo influido por el cristianismo esto crea problemas teóricos a raíz de los conflictos ético-morales que crea la riqueza. La figura de un Cristo cercano a la pobreza y las numerosas citas bíblicas que ponen a los pobres por encima de los demás, hacen al rico sospechoso. El pobre, por el hecho de serlo tenía ventajas ético-morales sobre un rico. Esto se da en un contexto de revalorización y búsqueda de la pobreza con las ordenes mendicantes desde la Edad Media. Esta es una cuestión que mediatiza los debates sobre pensamiento económico, ocupando en ellos un lugar preeminente los
debates sobre pobreza.
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Había consenso en cuanto al hecho de que el pobre debía ser mantenido, desde la caridad cristiana y por la superioridad moral de los pobres como vía para conseguir la salvación colectiva de la sociedad. El problema surgía en que esto era un desincentivo para el trabajo, haciendo que proliferasen falsos pobres o pobres fingidos, que podían trabajar y no lo hacían para ser superiores moralmente.

En el siglo XVI empieza a debatirse este concepto de pobreza. Desde el humanismo, tanto Tomás Moro como Erasmo de Rotterdam criticaron la mendicidad, y Joan Lluís Vives, en su obra De subventione pauperum. Sive de humanis necessitatibus libri II (Brujas, 1526), propuso un programa detallado de acción social que incluía la prohibición de mendigar, la centralización de la asistencia en las instituciones públicas para socorrer a los verdaderos pobres (viudas, tullidos, heridos de guerra. También proponía escuelas infantiles para huérfanos y niños pobres) y hacer trabajar a los que sólo son vagos.
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Cristóbal Pérez de Herrera sigúió esta misma línea en su obra Discurso ... a la Católica y Real Magestad del Rey don Felipe señor nuestro, suplicándole se sirva de que los pobres mendigantes verdaderos destos sus reynos se amparen y socorran, y los fingidos se reduzgan y reformen, (1595). Otros autores representativos son Juan de Medina y Miguel Giginta, que defendieron la necesidad de distinguir entre los verdaderos pobres y los fingidos, obligando a estos últimos a trabajar. Giginta y Pérez de Herrera propusieron también el control planificado de la pobreza a través de casas de misericordia o albergues de pobres, que debían ubicarse en las principales ciudades del país y garantizar la aplicación al trabajo de los mendigos físicamente capacitados. [Sobre Pérez de Herrera ver:
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En España las medidas contra la mendicidad fueron algo más suaves que en otros países de Europa (en el sentido de reglamentar más que de prohibir), y subsistió de forma bastante extendida el concepto medieval de la pobreza, enfrentado a las nuevas ideas humanistas. El dominico fray Domingo de Soto, en su Deliberación sobre la causa de los pobres (1545), defendió la libertad tanto para mendigar como para ejercer individualmente la caridad con cualquier pobre, entendiendo la pobreza como elección y rechazando toda la reglamentación ya que la caridad era vista como una vía cristiana de alcanzar el cielo.
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Taller de pica-piedras en el Workhouse de Bethnal Green, 1868.
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El protestantismo compartió la idea del trabajo como deber y condenó severamente la pereza, excepto los anabaptistas, cuyos postulados resultaban mucho más radicales. En Inglaterra surgieron en época de Isabel I los Workhouses [ver página interesantísima: http://www.workhouses.org.uk/] que eran talleres-residencia civiles para pobres en los cuales se les albergaba a cambio de su trabajo.
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[ "The Oxford Dictionary's first record of the word workhouse dates back to 1652 in Exeter — "The said house to bee converted for a workhouse for the poore of this cittye and also a house of correction for the vagrant and disorderly people within this cittye." However, workhouses were around even before that — in 1631 the Mayor of Abingdon reported that "wee haue erected wthn our borough a workehouse to sett poore people to worke". State-provided poor relief is often dated from the end of Queen Elizabeth's reign in 1601 when the passing of an Act for the Relief of the Poor made parishes legally responsible for looking after their own poor." En: http://www.workhouses.org.uk/]
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Comedor masculino en Workhouse de St Marylebone, 1900
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También en algunos estados al norte de Italia irían surgiendo instituciones similares. En el resto de Europa, la beneficencia no pasaría a ser una preocupación civil hasta los siglos XVIII y XIX.
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En general, la manera de entender el trabajo - como elemento económico - desde la teología y escolástica fue muy positiva. El cristianismo tiene la figura de José, carpintero, y de numerosos santos y apóstoles que sirven para valorar positivamente el trabajo. Los teólogos también consideraban que el trabajo debía recibir a cambio una retribución, estableciendo como lícita la idea de beneficio, que como tal no era malo, siempre que no llegase a la usura o a la explotación.