miércoles, octubre 18, 2006

Introducción

Inevitablemente, el pasado se reconstruye desde y para el presente.

La importancia de la economía ha ido aumentando rápidamente desde que se desarrolló a finales del siglo XVIII y principios del XIX, hasta llegar a ser hoy indispensable en nuestro mundo actual para comprender y explicar la realidad. Esto crea la necesidad de proyectar nuestros esquemas actuales hacía el pasado para entenderlo mejor a través de la economía, y sobre todo para encontrar causas de las enormes diferencias económicas que existen entre las sociedades actuales. Esto ha provocado el determinismo del materialismo histórico o explicaciones causalistas tan arriesgadas como las de Max Weber.

No hay duda de que un enfoque multidisciplinar de la historia permite un conocimiento más exhaustivo de la realidad – siempre compleja – de un momento pasado. A medida que surgen nuevas disciplinas y ciencias, o se producen avances en alguna ya existente, se tiende a querer proyectar hacia el pasado los nuevos conocimientos para obtener un entendimiento más completo de la historia por medio de las herramientas de las que hoy disponemos. Sin embargo, debemos tener en cuenta que el aplicar técnicas y métodos actuales al pasado pueden plantear problemas epistemológicos y de disponibilidad de fuentes útiles. En el caso de la historia económica para la Edad Moderna, hay que tener en cuenta que estamos estudiando algo que no existía como tal en ese momento histórico, lo que obliga a adoptar un acercamiento cauteloso al tema de estudio.


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Max Weber (1864-1920)

Queriendo refutar el determinismo económico de la teoría marxista, Weber combinó su interés por la economía con la sociología, en un intento de establecer, a través de un estudio histórico, que la relación causa-efecto histórica no sólo dependía de variables económicas. En una de sus obras fundamentales, Die protestantische Ethik und der Geist des Kapitalismus (La ética protestante y el espíritu del capitalismo, 1904-1905), intentó demostrar que los valores éticos y religiosos calvinistas habían ejercido una importante influencia en el desarrollo del capitalismo. Volvió sobre este tema en sus últimos libros, al estudiar las religiones asiáticas y concluir que las ideas religiosas y filosóficas imperantes en las culturas orientales habían impedido el desarrollo del capitalismo en estas sociedades, a pesar de la existencia de factores económicos favorables para que se produjera dicha evolución.


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